¿Sabes qué es la violencia obstétrica? Muchas mujeres lo padecen y deja huellas en ellas.
- Centro Integral PODES
- 4 jun 2019
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 13 jul 2019
Fuente: www.vix.com | Valentina C

Kati Molin/shutterstock
De forma consciente o inconsciente muchas mujeres son violentadas durante el embarazo, el parto y el puerperio. Este tipo de violencia es llamada «violencia obstétrica» y es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una forma de violencia de género.
Si bien este tipo de violencia puede darse en esas tres etapas, la OMS presta especial atención en el parto que es donde ocurre con más frecuencia la violencia obstétrica.
¿Qué es la violencia obstétrica?
Fue en 2014 la primera vez en la que la OMS habló específicamente sobre violencia obstétrica y declaró que: «En todo el mundo, muchas mujeres sufren un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros de salud, que no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación».
Este tipo de violencia excede lo físico y verbal, es también institucional y eso lleva a que muchas veces pase desapercibido, pero que de igual manera tenga consecuencias psicológicas en las mujeres que han pasado por el parto.
Según Carolina Farías, psicóloga de la salud y docente de la Facultad de Psicología de Uruguay, en la violencia obstétrica «la mujer deja de ser vista, o nunca es vista, como sujeto y pasa a ser vista como un objeto, y en este caso, como un objeto que se interviene».

RealCreation/iStock
Para Farías «la mujer deja de ser vista como un individuo y el proceso del parto deja de ser visto como único e irrepetible de esa mujer y de ese bebé. Y agrega que “somos tratadas como si fuéramos todas iguales. Es una máquina donde todas tenemos que salir iguales».
La violencia obstétrica es, para Gilda Vera, coordinadora general de la Red Latinoamericana y del Caribe por la humanización del parto y del nacimiento (Relacahupan), «todo lo que apunta a menospreciar a la mujer tanto psíquica, física y espiritualmente a la mujer en el embarazo, el parto y el nacimiento». Y enfatiza que «el parto es algo que le pertenece a ella. Todo lo que el equipo de salud haga para que no sea absolutamente natural, es violencia», agrega.
Violencia verbal y física
«Bueno, ahora no grites tanto que bien te gustó cuando te lo hicieron», «te gustó, así que ahora no grites», «vos opinaste mucho en este parto, en el próximo voy a mandar yo», pueden ser alguna de las frases que se escuchan por parte de ginecólogos hacia las mamás.
La violencia verbal y física son, quizá, las más evidentes; «destratar, decir malas palabras, o inclusive algunas veces hasta cachetear», son para Gilda Vera, las formas más evidentes de violencia obstétrica.
Lo invisible también nos afecta

Onfokus/iStock
Pero hay otros aspectos más invisibilizados y en ellos trabaja Natalia Magnone, trabajadora Social, máster en Sociología, especializada en derechos reproductivos de las mujeres y con formación de Doula.
Magnone cuenta que los ginecólogos no son las personas que están mejor preparados para acompañar el parto, e inclusolas instituciones están pensadas para que el parto sea rápido y se vacíe una cama. Los ginecólogos deberían estar para atender las complicaciones del trabajo de parto mientras las parteras -formadas en la ciencia y el arte de la partería- deberían ser las que asistan los partos normales. Además están las doulas, personas formadas para el acompañamiento físico y emocional de las mujeres durante el embarazo, parto y puerperio.
El actuar del equipo médico y de la propia institución podrían ser quienes más violentan a las mujeres en el parto especialmente, pero también en el embarazo y en el puerperio.
Hay, para Magnone, cuatro aspectos del sistema médico que podrían estar relacionados con su actuar y con la violencia obstétrica. El primero de ellos es la medicina defensiva, «los médicos tienen que defenderse de las demandas que les hacen los pacientes y ginecología es muy demandada, ellos tienen que asegurarse que queden datos de lo que van haciendo, son más demandados por no hacer cesáreas a tiempo que por hacerlas».

ozgurdonmaz/iStock
Otro aspecto es el enfoque de riesgo, sin embargo para Magnone «es muy positivo categorizar posibles riesgos, pero estar buscando permanentemente la patología no ayuda al desenlace fisiológico del parto, existe un uso exagerado del enfoque de riesgos. El tercero, y muy importante, es el tiempo, ya que las instituciones no está preparadas para esperar el trabajo de parto».
Por último, también se tiene en cuenta la parte económica. Y para la coordinadora general de Relacahupan este es un aspecto muy importante ya que «el parto se transformó en un buen negocio y eso es lo que ha interferido en el derecho que tienen las mujeres a que el parto sea de ellas y no del equipo que las está atendiendo».
Los médicos pueden recibir un extra monetario por realizar cesárea. Según la recomendación de la OMS un país no debería superar el 15 % de las cesáreas, pero en varios países de latinoamérica ese porcentaje está brutalmente excedido, llegando en algunos países como Uruguay a casi el 45 %. Sin embargo, para Magnone «lo que está mal es el modelo institucional de asistencia al parto», y el rédito económico es un aspecto más de este sistema.
Los médicos, la institución y el sistema

jian wang/iStock
Hacer intervenciones innecesarias, romper la bolsa cuando no se debe, apresurar el parto, «violencia obstétrica es todo lo que trastoque el libre y natural funcionamiento de ese proceso que está escrito en nuestro cerebro. Lo estamos alterando y esas alteraciones son violencias en el cuerpo de la mujer», explica Vera.
Pero es también violencia la imposibilidad del contacto piel con piel dentro de la primera hora después del parto, cuenta Farías. Está comprobado científicamente que eso ayuda a las relaciones de apego y beneficia al bebé en el control de la temperatura y de la regulación emocional. Sin embargo, expresa Farías, eso no se cumple ya que se prioriza las cuestiones médicas como medirlo y pesarlo.
Está científicamente comprobado que la episiotomía, operación quirúrgica en la zona del perineo, no es necesaria en todas las mujeres y que solo se debería hacer en partos más riesgosos. Sin embargo, a la mayoría de las mujeres se les hace la episiotomía en el primer parto. Carolína Farías manifiesta que «está tan naturalizado que a las mujeres se les haga la episiotomía que una mujer que va a la sala de parto y se lo hacen no lo toman como extraño. Eso es porque a todas sus conocidas le han realizado episiotomía, cesárea o alguna forma de corte o mutilación de su cuerpo».

PeopleImages/iStock
La violencia obstétrica se manifiesta de muchísimas formas, pero no todas son tan visibles y eso hace que muchas mujeres se sientan mal después del parto sin saber por qué. Pero Farías expresa que la mayoría de las veces aparecen con mucha fuerza cuando deciden tener otro hijo. «Empiezan a aparecer sensaciones de yo no quiero pasar por lo mismo y no saben por qué. Queda ese registro en el cuerpo y en las emociones».
Muchas cosas tienen que cambiar para que la violencia obstétrica esté completamente abolida, desde las instituciones hasta la formación de los médicos. Pero podemos empezar nosotras a hacer el cambio, a luchar para recuperar el parto y a que cada mujer pueda vivir como lo desea para recordar ese día sin recuerdos que no nos permitan disfrutarlo. Para las mujeres que así lo quieran el parto puede ser algo hermoso, luchemos para que eso sea posible.
Comentarios